miércoles, 8 de julio de 2015

Deporte si, negocio no



Los Pumas disputarán ante Inglaterra el partido inaugural del Mundial de Rugby.

Hace dos décadas Nelson Mandela logró que la pasión mundialista se transformara en una herramienta para la unión de los sudafricanos. Aprovechemos la Copa del Mundo que se disputará este año para recordar que el deporte puede ser un instrumento al servicio del bien común.

Imaginemos: octubre de 2015, mundial de Rugby. Un país ilusionado, un pueblo alborotado, los televisores prendidos en los hogares, comercios y oficinas de trabajo, las mujeres interesándose por el desempeño argentino en la copa.
Suenan por todas partes los nombres de los integrantes del equipo, que repentinamente son héroes nacionales, guerreros dentro de un campo de juego.
Agustín Creevy arremetiendo contra las filas enemigas es un nuevo Leónidas en las Termopilas y la precisión infalible de Juan Martín Hernández recuerda al mismísimo Robin Hood con su arco, capaz de colocar su remate en el objetivo que se proponga. Las historias de batallas ganadas de Contepomi y Pichot se recuerdan con emoción y orgullo.
Los Pumas, símbolo de coraje y humildad.
Todo es tan encantador como efímero.
El 31 de octubre terminará la magia y el Rugby volverá a ser relegado a un triste y deslucido papel secundario. Tan evidente es esta realidad que hábilmente fue utilizada en el 2012 como un recurso en la publicidad de Renault para conmover a la audiencia.
El Rugby no le importa más que a los fanáticos del deporte.
Sin embargo, podría transformarse en una herramienta de un gran valor social. Cualquier deporte favorece el desarrollo de actitudes valiosas y hábitos sanos, pero el Rugby parecería destacarse como uno de los deportes más ventajosos en este sentido.
Agustín Pichot, ex capitán de la Selección Argentina de Rugby, señala que el respeto es el valor fundamental en la práctica de este deporte: “Respeto por uno mismo, respeto por tu compañero, respeto por el adversario, por el árbitro y las leyes”.
En la misma entrevista Héctor “Pochola” Silva, ex director técnico de Los Pumas, señala que en el Rugby se aprende a convivir en grupo, aceptando que todos son diferentes, pero que es necesaria la integración grupal para alcanzar el objetivo común.
Estas declaraciones sacadas de contexto podrían ser las claves para una convivencia social ideal. ¿Por qué, entonces, no se invierte dinero desde el estado para fomentar la práctica deportiva entre los niños y jóvenes, especialmente en los sectores más carenciados?
Parece evidente que el deporte solo interesa como espectáculo por los enormes ingresos que representa o porque asegura una gran audiencia para la propaganda política como lo es “Fútbol Para Todos”.
Los medios masivos de comunicación, especialmente la televisión, pero también internet, son los principales actores en los millonarios negocios que genera el deporte. Las publicidades durante las transmisiones representan un ingreso gigantesco para el canal que transmite el evento. Las marcas que desean mostrar sus logos o propagandas deben pagar precios exorbitantes ya que una audiencia masiva verá su anuncio.
Otras formas en la que se presenta la publicidad es a través de carteles promocionales en la vía pública para que la gente consuma y comience a comprar indumentaria deportiva correspondiente al evento deportivo.
Es un fin exclusivamente lucrativo que no discrimina a nadie: nadie que esté dispuesto a pagar será dejado de lado. Todos somos iguales a la hora de consumir.
Pero el deporte puede estar al servicio de fines mucho más nobles. Un mundial de Rugby, precisamente, fue la herramienta que hizo posible la integración y unión de un país. En el 2015 se cumplen exactamente 20 años del histórico mundial de Sudáfrica en el que Nelson Mandela soñó que a través del deporte se podía cambiar la realidad de su patria. “El deporte tiene el poder de cambiar al mundo” decía.
Así fue como a través de su apoyo incondicional al famoso equipo nacional de Rugby “Los Springboks” promovió una campaña a lo largo del país. Los famosos jugadores, en su mayoría  blancos como el capitán, Francois Piennar, recorrieron el país visitando barrios carenciados e interactuando con los niños negros. Portaban un lema: “Un equipo, un país”.
Este mundial debe ser una oportunidad para recordar la lucha del  pueblo sudafricano por la justicia y la igualdad, aprender que el deporte puede ser una herramienta al servicio del bien común, utilizada para mejorar la calidad de vida de todos los que integramos la sociedad, y no un medio de lucro para empresas que aprovechan su poderío económico para enriquecerse y degradar el verdadero espíritu que tiene el deporte.
Andrés Pérez Quinteros @PerezQuinterosA